
El escenario del Teatro Independencia se disfrazó de restaurante por una noche, con una seguidilla de mesas elegantemente vestidas en donde estuvieron sentados los ganadores del concurso en ediciones anteriores, juzgándolo todo. Cada mesa era una nueva prueba.
1. Para el primero de los desafíos contaban con 8 minutos para completarlo. Se le solicita al participante “una botella de Möet & Chandon Extra Brut” y un Martini extra seco. El pequeño truco era que, entre las botellas que descansaban dentro de las frapperas, no había ningún “Möet Extra Brut”. Alternativas y conejos de la galera a partir de allí, viendo cómo cada finalista resolvía el escollo.
2. Una nueva mesa. En ella, un grupo de amantes del vino había elegido media docena de etiquetas icono del mundo. El participante tenía 6 minutos para sugerir el orden de servicio y maridajes posibles para cada una de ellas.
3. En otra de las mesas, con 9 minutos contando, debían decantar y servir una botella de 1,5 litros. En medio de la prueba, uno de los comensales aclara que no bebía vino tinto pero que le encantaría disfrutar una botella de blanco de Franconia; aquí se debía hacer la presentación y servicio del nuevo vino… en los pocos segundos que descontaban.
4. La siguiente prueba era la más larga, y consistía en varias etapas, con el análisis a ciegas de blancos y tintos, descripciones organolépticas y demás. En esta instancia también se le presentó a cada finalista la siguiente situación: un supuesto cliente con intenciones de comprar una caja de ese último vino; la consigna era “convencerlo” de por qué era una buena idea comprarlo.
Finalmente, 8 copas con destilados. Cada participante debía identificarlos y “unirlos” a un listado que se le presentaba en una pantalla.
5. La próxima prueba es un clásico y, de hecho, uno de los escollos más temidos por todos los participantes. La “carta con errores” consiste en una pantalla con 8 filminas que desaparecen luego de 30’’, en donde se debe identificar el único error que aparece en cada una de ellas.
6. Una vez finalizadas las instancias individuales, llaman a los tres finalistas al escenario y les proponen dos pruebas más. Primero, una pantalla y varias imágenes con rostros, insectos y bodegas… y un block de hojas en blanco para describir lo que veían sus ojos. Segundo, sobre la mesa se descorchó una botella de espumoso de 1,5 litros con la que debían llenar 15 copas al mismo nivel, y ni una gota remanente en la botella; puro cálculo, claro, porque una vez que se terminaba una copa no se podía volver a ella.
¿Qué creen? ¿Se animan a una prueba así en casa?
Fuente: www.marianobraga.com
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