21 Jun 2016
junio 21, 2016

El corcho plástico

“Con respecto a los tapones sintéticos se han logrado calidades muy buenas que aseguran un excelente tapado y hasta el presente buena conservación en el tiempo. El problema es solo de imagen y, en muchos mercados (especialmente algunos tradicionales), el público no se adapta; algunos consumidores no los consideran de calidad suficiente y no pueden usarse en vinos de cierto precio en adelante”, destaca Roberto de la Mota y, tal vez sin quererlo, posa el dedo sobre la mayor llaga de estos tapones: su imagen.

Podría apostar que a la mayor parte de ustedes les ha sucedido, alguna vez, sentir cierta “decepción” al quitar una cápsula y encontrarse que el alcornoque había cedido su lugar al plástico. No son reacciones aisladas sino, por el contrario, reacciones extendidas que le plantean a estos tapones su mayor desafío.

Su elaboración resulta relativamente sencilla, ya que primero los materiales en crudo son mezclados y derretidos. Así, a través de la técnica de extrusión (práctica que da forma a la masa plástica haciéndola salir por una abertura especialmente dispuesta) se crea un cilindro largo al que, luego, se le aplica una segunda piel exterior flexible adherida térmicamente al cilindro interno. La forma se estabiliza en agua fría y, luego, se cortan los distintos tapones de acuerdo a la longitud solicitada que, en general, oscila entre los 37 y los 43 milímetros.

El proceso productivo es rápido, y tiene la enorme ventaja de ser completamente libres de TCA y de tener una consistencia impecable, asegurándonos que a través del proceso industrial, todos los tapones tendrán características idénticas. ¿Dos beneficios más? Por un lado se adaptan fácilmente a las taponadoras de corcho tradicionales y, por el otro, las botellas pueden almacenarse perfectamente en posición vertical.

Pero no todo parece ser color de rosa. Al problema de imagen del que ya hablamos, se suman consumidores que aseguran identificar en el vino un sutil olor a plástico. También se presentan problemas de extracción en muchos casos y, por último, el enorme tema de la oxidación.

Hay un interesantísimo análisis comparativo elaborado por la Facultad de Enología de Tarragona en colaboración con el Instituto Catalán del Corcho, cuyos resultados fueron concluyentes: los corchos sintéticos son los que permiten un mayor intercambio de oxígeno entre el vino y el exterior. Ese estudio es elocuente: en términos generales, el corcho natural muestra el mejor desempeño. Tanto la intensidad del color amarillo como la apreciación de la oxidación olfativa se situaron para este tipo de taponado en los valores mínimos (lo mismo sucede con el de aglomerado y el colmatado, incluso con números inferiores). Y, acá, los vinos tapados con tapones sintéticos mostraron los resultados más desalentadores.

Como siempre, a veces los resultados de este tipo de pruebas técnicas varían sustancialmente, pero al menos sirve como parámetro para justificar el hecho de que un vino joven, ideado para beber en corto tiempo, lograría aprovechar todos los beneficios del tapón sintético, sin sufrir los posibles problemas de oxidación que llegan con el paso de los años.

fuente: marianobraga.com